PORQUÉ NECESITAS A LA IGLESIA

Por ANA ROBINSON

1. La Iglesia es la familia de Dios

Desde el principio, Dios escogió a una familia especial. Cuando Él llamó a Abraham a seguirle, le prometió que ellos serían su pueblo. Claro, parte de la promesa a Abram fue que Dios iba a bendecir a todos los pueblos de la tierra, pero lo iba a hacer a través de los descendientes de Abraham (llamados israelitas o judíos).

Después de la venida de Cristo, a los apóstoles se les llamo a llevar el evangelio a diferentes partes del mundo. Y parte del mensaje era que ya no había separación entre judíos y no judíos (gentiles). Sino que cualquier persona que pusiera su fe en Jesucristo para limpiar sus pecados era adoptado como hijo de Dios. Al hacernos su hijos, Dios nos adopta también en su familia. 

“Por tanto, sepan que los que son de fe, estos son hijos de Abraham. La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció de antemano las buenas nuevas a Abraham, diciendo: «En ti serán benditas todas las naciones». Así que, los que son de la fe son bendecidos con Abraham, el creyente.”

Gálatas 3:7-9 NBLA

2. Cristo ama a la Iglesia

Prestemos atención a este pasaje. 

“Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada.”

Efesios 5:25-27 NBLA

Cristo no vino a salvar y adoptar en su familia a individuos aislados. Él nos adoptó como hijos de Dios siendo parte de una familia. La Iglesia es la familia de Dios. Y no podemos amar a Cristo sin amar a su Iglesia.

3. Para la edificación mutua

La Iglesia existe para la gloria de Dios. Y en este proceso entre salvación y glorificación existe la santificación. La glorificación vendrá cuando Cristo regrese por su Iglesia y finalmente estaremos completamente libres de la presencia de pecado. Pero en el inter, estamos pasando por un proceso de santificación. Donde no solamente necesitamos al Espíritu Santo para crecer, sino que nos necesitamos unos a otros.

“Entonces ya no seremos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error. Más bien, al hablar la verdad en amor, creceremos en todos los aspectos en Aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo, estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen, conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor.”

Efesios 4:14-16 NBLA

Unos enseñan, otros nos dirigen en alabanza, otros oran, otros administran, animan, exhortan, etc.

4. Para corregirnos y restaurarnos

“Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.”

Gálatas 6:1

Debemos ayudarnos cuando pecamos. ¿Qué significa esto? R. C. Sproul comenta que cuando un cristiano se envuelve en algún pecado, esto no es un problema privado, sino una carga que los hermanos deben llevar con él. Es necesario que el cuerpo de la iglesia (no solo el liderazgo) intervenga para ayudarle a escapar de este pecado. Con el fin de alcanzar restauración. 

5. Nos ayudamos llevando nuestras cargas

“Lleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo.”

Gálatas 6:2

Carga, sufrimiento, dificultad. Cuando algún miembro de nuestra iglesia pasa por alguna carga, es deber de los demás el ayudarle. Con oración, económicamente, consejería, comidas, visitas al doctor, lo que sea necesario. Este llamado no es solo para el pastor. ¡Este es un llamado para todos!

Cuando mi hijo pequeño nació y pasó un tiempo en el hospital, recibimos ayuda de nuestra iglesia. Se aseguraron que tuviéramos qué comer. Pasamos la mayor parte del día en el hospital con nuestro bebé, pero teníamos a otra bebé en casa. Estas comidas nos sostuvieron durante más de un mes y permitieron que nos sentaremos a la mesa con nuestra pequeña, que solo veíamos por unas cuantas horas. Las hermanas que prepararon estas comidas, lo hicieron con tanto amor que fue experimentar el amor de Dios a través de ellas.

La Iglesia es nuestra nueva familia y debemos ayudarnos mutuamente como tal.

Por ANA ROBINSON

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